"Si es que tenemos lo que nos merecemos". He oído repetir esta frase en multitud de ocasiones en los últimos dos o tres años. Parece que ser que ahora todos hemos adquirido propiedades para especular, hipotecado hasta la ropa interior de nuestros abuelos para comprar un piso y de paso ir de vacaciones a la Conchinchina (donde quiera que ésta quede), y hacernos con una tele de chorrocientas pulgadas, el coche de 150 caballos, el ipod, el portatil... Pues no, algunos hemos vivido de acuerdo a nuestras posibilidades, no gastando lo que no teníamos, y viviendo de manera más o menos frugal (si trabajo al menos me gusta darme de vez en cuando un capricho, que menos que una triste cena con mi chica).
Sin embargo, ahora resulta que todos tenemos culpa de la situación, la crisis. No señor, no todos tenemos culpa. En mi círculo cercano (en el que incluyo amigos y familiares) no conozco casos de entrampamientos financieros, más allá de un abuelo al que enredaron en las maravillosas preferentes de La Caixa, y que mi madre y sus hermanas han tenido al fortuna de heredar.
Trailer del cómic "Españistán" de Aleix Saló. Tan cerca como el año pasado
Ahora hay que apretarse el cinturón, dicen. Es la hora de los recortes. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades... Estos y otros son los mensajes que el Gobierno (el de antes y el de ahora), los politicuchos, la prensa y los bancos (el verdadero poder) nos trasladan desde hace ya tiempo. Y al final terminaremos por creerlo. Incluso nos terminará pareciendo justo que se suban los impuestos que gravan a todo el mundo sin distinción, ya seas rico, pobre, desempleado, funcionario, o SICAP.
Hay algo que no funcionan en este sistema. Cuando miras a la clase política te das cuenta de que las soluciones que plantean unos, son iguales que las que plantearon los otros, y que para salir del atolladero en el que nos han metido, la receta es la misma que nos llevó al mismo, el ladrillo. Y luego, sector aparte están los bancos, todos declaran beneficios, pero pobres de ellos, menos que el año pasado, por lo que primero han de reducir los dividendos a repartir entre sus accionistas y directivos, y después (menos importante) apretar el puño para recuperar el dinero prestado (esos pisos que valen 20 y tasaron en 40 porque así el currito se podía comprar además el coche, los muebles y el viaje a Cancún todo incluido). Ahora tenemos que sentir pena por ellos, mientras se dedican a jubilar a los directivos que los han enfangado y tomar dinero del Banco Central Europeo (osea, de ti y de mi) para prestárselo luego más caro a los Gobiernos (osea, a ti y a mí), porque de forma directa ni se te ocurra ir.
Book trailer de "Simiocracia", el nuevo cómic de Alex Saló, de este mismo año
"la cosa va de mal en peor"
Y a todo esto, ¿cómo tratar de revertir la situación? Pues protestando que algo queda. No hay dinero para sanidad y educación pero sí para prestar a las entidades financieras, y a la gente en general esto no le parece bien. Sólo le queda manifestarse de forma pacífica en la calle porque no se puede mirar a los políticos, los de ahora prometieron no hacer lo que están haciendo, y los de antes, que son muy de izquierdas, dejaron el camino marcado (de ellos es la idea de prestar muestro dinero, sí, el tuyo y el mío, a los bancos). Protestas, te das un paseo y luego la vicepresi te llama vago o tonto, pero de forma fina.
Conclusión, ninguna, sólo tres ideas.
- La sanidad y la educación no son gratis, ya las pagamos con nuestros impuestos
- La clase política debería dar ejemplo, recortar primero sus gastos y luego pedir a los demás sacrificios
- Si los bancos nos tienen dinero hay fácil solución, que vendan las propiedades inmobiliarias que tienen y que recorten sueldos millonarios y dividendos.
Pd: me he quedado a gusto, a partir de ahora espero escribir reseñas de libros, cómics y cosas asín, que me resultan más interesantes
No se puede estar mas de acuerdo con lo que has escrito.
ResponderEliminarun beso